Me descuido un momento y cuando me quiero dar cuenta llevo mes y medio sin traeros un nuevo postre al blog y la verdad que ya tocaba, así que ayer por la tarde me puse a hacer este bizcocho de zanahoria, para comenzar bien la mañana de este martes.
Os va a gustar aunque no comer zanahorias habitualmente, nos queda un bizcocho muy esponjoso y personalmente me ha encantado el sabor, si es que es un placer disfrutar de un buen bizcocho casero.
Para hacer este bizcocho vamos a necesitar una batidora con varillas o un batidor-amasador, un molde desmontable redondo de 23 cm de diámetro, papel para horno y una hora de tiempo.
Importante, como siempre cuando vayamos a hacer un bizcocho que aquellos ingredientes que tengamos en la nevera los saquemos unos 20 minutos antes de comenzar con la receta, para que se atemperen, eso ayuda a que nuestro bizcocho suba de una manera homogénea al hornearse y quede mejor.
Vamos a ello.
Ingredientes:
- 250 g de zanahoria rallada.
- 4 huevos.
- 150 g de azúcar moreno.
- 125 ml de aceite de oliva.
- Una cucharadita de aroma de vainilla.
- 200 g de harina para repostería.
- 15 g de levadura en polvo.
- Una pizca de sal.
Elaboración:
Lo mejor es comenzar rallando la zanahoria, que es la parte que más nos va a costar, dependiendo del tamaño de las zanahorias vamos a necesitar más o menos, a mí con 4 grandes me ha llegado, reservamos.
Encendemos el horno a 180 grados con calor arriba y abajo.
Tras esto batiremos los huevos con el azúcar a velocidad alta durante 5 minutos, como lo hice en mi batidor-amasador, aproveche ese momento para forrar el molde con papel para horno, también lo podéis untar con mantequilla y enharinarlo, cuestión de gustos.
Preferiblemente sin dejar de batir añadimos el aceite de oliva y continuamos batiendo un minuto más.
Ahora añadimos la zanahoria que teníamos reservada y la cucharadita de aroma de vainilla, batimos un minuto a velocidad media.
Mezclamos la harina para repostería con la levadura en polvo (también se puede usar harina de trigo normal) y con un colador grande lo tamizamos sobre la mezcla, añadimos también la pizca de sal y a mínima velocidad batimos hasta que se integre, para comprobar que todo se ha mezclado bien cogemos una espátula y le damos un par de movimientos envolventes a nuestra masa de abajo a arriba.
Vertemos la masa en el molde, le damos un par de golpecitos sobre la mesa para que libere las burbujas que se han podido quedar al verter la masa y llevamos al horno, lo ponemos a una altura medio-baja.
Lo vamos a hornear exactamente 40 minutos, en principio con ese tiempo es suficiente, pero como cada horno es un mundo, comprobamos a los 40 minutos y no antes, si esta hecho clavándole un palillo, si sale limpio es que ya esta, si no lo dejamos 5 minutos más y volvemos a comprobar.
Lo sacamos del horno, lo dejamos para que enfríe completamente y desmoldamos, lo mejor es ponerlo sobre una rejilla para que no se forme humedad en la base de nuestro bizcocho y ya estaría listo para incarle el diente.
Un buen trozo de este bizcocho para acompañar el café es una buena forma de comenzar bien el día.
Pequeños placeres, grandes momentos.
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