Desde que empezó el confinamiento creo que he aprovechado bastante el tiempo entre otras cosas para hacer varios postres, pero han sido variedades de algunos que ya conozco muy bien (panna cotta, bizcocho, arroz con leche, etc) y la verdad que me apetecía probar a hacer algo diferente, algo que no hubiese hecho todavía, por eso hoy me salgo un poco de esta rutina de estas semanas para hacer mis primeras magdalenas.
Ahora que lo pienso he tardado un montón en ponerme a hacer unas porque tengo una bandeja para magdalenas y capsulas que compre hace ya bastante tiempo, de esto que estaba un día en el super las vi y dije mira las cojo para cuando haga magdalenas y a ayer cuando estaba haciendo la comida los vi al fondo de un armario y pensé de mañana no pasa sin que haga magdalenas que ya es hora, repase que ingredientes tenía por casa, que no hace falta otra cosa más que huevos, leche, aceite de oliva, levadura, y este es el resultado.
Vamos a necesitar capsulas para magdalenas y lo mejor seria tener una bandeja para magdalenas, si no tenéis y aun así queréis probar a hacerlas una solución es poner dos capsulas y que así aguante mientras suben las magdalenas, pero lo más aconsejable es hacerlas en la bandeja, también necesitaremos una batidora con varillas y los ingredientes que veréis a continuación, da para hacer 12 unidades, vamos a ello.
Ingredientes:
- 3 huevos.
- 140 g de azúcar moreno.
- 100 ml de aceite de oliva.
- 120 ml de leche.
- Una cucharada de aroma de vainilla.
- 210 g de harina para repostería.
- 8 g de levadura en polvo.
- Una pizca de sal.
Elaboración:
Empezamos batiendo los huevos con el azúcar moreno a velocidad alta durante 5 minutos, después (preferiblemente sin dejas de batir) añadimos el aceite de oliva, luego la leche y la cucharada de aroma de vainilla.
Batimos como un minuto para que estos tres ingrediente se incorporen a la masa, apagamos la batidora que ya no nos va a hacer falta y añadimos la pizca de sal, mezclamos la harina con la levadura y la tamizamos sobre la mezcla (si no tenéis harina de repostería podéis usar harina de trigo normal), con unas varillas vamos removiendo con suavidad hasta integrar todo y que no queden grumos.
Tapamos con papel film y lo metemos en la nevera al menos un par de horas.
Pasadas las dos horas encendemos el horno a 240 grados con calor arriba y abajo, que se caliente durante 10 minutos, sacamos la masa de la nevera y lo removemos un par de veces con las varillas, ponemos un molde en cada uno de los huecos de la bandeja para magdalenas y vamos a rellenar con una cuchara cada uno con masa hasta tres cuartas partes, una cuchara para servir bolas de helado va perfecto para hacer esto, antes de meterlas en el horno espolvoreamos un poco de azúcar moreno sobre cada una, bajamos el horno a 210 grados y las horneamos a una altura medio-baja.
Las he horneado durante 15 minutos, el tiempo dependerá de cada horno, entre 12 y 15 minutos, hasta que veáis que están bien doradas.
Sacamos la bandeja del horno y dejamos enfriar 10 minutos, luego las ponemos sobre una rejilla para que terminen de enfriarse.
Cuando las probéis vais a notar que son unas magdalenas con un buen copete (así es como se llama a la parte superior), muy esponjosas y eso va a contrastar con la capa crujiente del azúcar que le hemos puesto por encima, toda una experiencia.
Para conservarlas lo mejor es meterlas en una bolsa de plástico bien cerrada, aunque bueno es probable que se acaben muy rápido.
Animaros a hacerlas, como habéis visto la receta es muy fácil pero si os surge alguna duda no os cortéis y preguntarme.
Pequeños placeres, grandes momentos.
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