Encerrados en casa por todo este asunto del coronavirus tenemos que buscar formas de mantenerse ocupados, no podemos estar todo el tiempo tirados en el sofá viendo la tele, un rato esta bien y a mi me encanta ver películas y series pero todo el día es demasiado y una buena forma de entretenerse es meterse en la cocina y crear cosas nuevas, como no podía ser de otra forma me he puesto a hacer un postre, que es lo mio.
Siempre suelo tener huevos, harina, azúcar, etc, por casa así que no me he complicado en exceso y he hecho un nuevo bizcocho, tenia un bote de dulce de leche en la despensa y ese ha sido el sabor elegido, ha quedado muy bueno.
Vamos a necesitar una batidora con varillas, he usado mi batidor-amasador que ya sabéis que me encanta darle uso y un molde como el que suelo utilizar habitualmente, rectangular de 24x11x8cm y tan solo nos llevara una hora hacerlo, no necesitaremos una bascula para pesar los ingredientes, usaremos la misma técnica que en el clásico bizcocho de yogur, usaremos el vaso de yogur para medir las cantidades.
Nos ponemos a ello.
Ingredientes:
- 3 huevos.
- Un yogur natural.
- Una medida de yogur de azúcar moreno.
- Una medida de yogur de aceite de oliva.
- Una medida de yogur de dulce de leche.
- Tres medidas de yogur de harina.
- 15 g de levadura en polvo
- Una pizca de sal.
Elaboración:
Encendemos el horno a 180 grados con calor arriba y abajo.
Vamos a empezar batiendo los huevos con el azúcar durante 5 minutos a velocidad alta para que doblen su tamaño.
Una vez hecho esto a continuación añadimos el yogur natural y el aceite de oliva, batimos como un minuto y echamos el dulce de leche, volvemos a batir otro minuto y así ya tendremos estos ingredientes integrados en la mezcla.
Tamizamos la harina con la levadura sobre la mezcla y echamos la pizca de sal, primero removemos con una cuchara o espátula con movimientos envolventes para ir mezclandolos y después terminamos con la batidora con varillas, lo hacemos así porque si le damos de primeras con las varillas saldría la harina volando y no es plan.
Vertemos la masa en el molde y lo horneamos a una altura medio-baja durante 45 minutos, no abráis el horno hasta que lleve al menos 40 minutos, comprobamos si está hecho clavándole un palillo, si sale limpio ya esta sino lo dejamos 5 minutos más, si veis que por dentro aún no está hecho pero que por fuera puede quemarse cubrirlo con papel albal.
Una vez hecho apagamos el horno, lo dejamos ahí 10 minutos con la puerta entre abierta, después lo sacamos y una vez que este templado lo desmoldamos y ponemos sobre una rejilla para que termine de enfriar y no acumule humedad en la base, si no tenéis una como la de la foto podéis usar la rejilla del horno.
Como veis siguiendo estos sencillos pasos tendremos este bizcocho listo que va perfecto en el desayuno, a la hora del café o para merendar y como siempre digo si lo haces tu mismo sabe mejor que los que puedas comprar en cualquier supermercado.
Pequeños placeres, grandes momentos.
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